-¿Quieres seguir...?
-¡Sí!-Contestó tajante.-Lo tengo todo en la cabeza, ¡no quiero olvidar!-Le ardía el pecho como no lo había hecho en años. Le vibraban las manos, los brazos. Sentía su pulmón izquierdo hincharse y deshincharse con fuerza, como si fuera a explotar de un momento a otro. Hubiera dado lo que fuera por apagar ese fuego que le abrasaba la carne.-El cielo se volvió gris. Las densas nubes cubrieron todo el cielo y extinguieron el sol, no parecía la misma tarde. Axel cerró la puerta de casa y selló las ventanas. Yo estaba a tantos años luz en mi nube de amor que no me di cuenta de la expresión que había adoptado su rostro, como si fuera un cazador excitado al contemplar su presa. "Cat... mi querida Cat, tengo que hablar contigo", dijo. "De lo que quieras, Axel", contesté distraída. "Me marcho". "¿Sí? ¿A dónde? ¿Y cuándo vas a volver? Me gustaría pasar la Navidad a tu lado, y prepararte galletas mientras te calientas junto al fuego." "Me marcho para siempre, Cat". Creo que en ese momento no entendí el significado de sus palabras, me bombardearon los oídos y aturdieron mi razón. O simplemente, no quería escuchar lo que acaba de decirme. "¿Pa... Para siempre?" "Sí", su expresión era fría... O como si no tuviera expresión en el alma, como si a él no le doliera nada de lo que emitían sus labios. "¿Por qué?" "Porque no te quiero. Ya me he cansado de ti, de tu absurda fantasía y de la asquerosa vida que tengo a tu lado." Se me cayó el alma al suelo, pero no la hubiera podido recoger aunque quisiera, tenía los ojos demasiado borrosos y fríos. "Me estás mintiendo... No hablas en serio, Axel. Eres feliz, hoy me lo has dicho ¡eres feliz! y vamos a irnos a Estocolmo, y todo va a cambiar ¡ya lo verás! y vamos a ser felices, y vamos a casarnos, y vamos a tener hijos... Axel... No te vayas." "¿Por qué?", él continuaba de pie, como una estatua, sin hacer caso de mi deprimente figura arrodillada a sus pies. "Porque te amo, Axel. Porque te amo desde aquella calurosa mañana de verano, te he amado a través de estos años y si te vas... Te llevarás mi corazón contigo." Axel torció una mueca, parecía una sonrisa... una burla: "Quizá lo haga". Se acercó veloz hacia mí, tanto que no pude ver con claridad qué cogía entre sus manos... y me aplastaba contra la cabeza.
-¿Contra la cabeza?-Rubber dibujó una expresión de dolor.
-Sí...-La mano de Catherine acarició su cabeza, como quien acaricia la rodilla de un niño que acaba de caer de su bicicleta.-Caí inconsciente en el acto. Cuando desperté... ya no quedaba nada. Ni luz, ni esperanza, ni Axel... ni mi corazón. Al abrir los ojos todo cuanto había en la habitación bailó a mi alrededor, me costó recordar dónde estaba y qué había pasado. Luego, me di cuenta de lo que más debió preocuparme: me costaba respirar. Me incorporé rápidamente entre tos y asfixia e intenté agarrarme el pecho, controlar mis latidos. Pero en su lugar encontré un agujero: mi vestido rasgado, la carne abierta y rebosante de sangre, piel que colgaba... y ni rastro de mi corazón. Pensé, sabía que iba a morir, y no podía llorar. No podía llorar porque no sabía qué había ocurrido, cómo había llegado a ese estado... y cómo podía haberme quedado sola. La sangre encharcaba el piso y mi cabeza comenzaba a desvanecerse, supe que llegaba el fin de mis días -¡y vaya fin!- de modo que volví a recostarme en la cama y me dejé llevar...-Catherine recordaba con dolor aquellos angustiosos momentos.
-Pero no moriste.
-Obvio que no, ¡aquí me tienes! Volví a despertar a la mañana siguiente con un dolor de cabeza horrible, miré la sartén que se encontraba tirada y deduje que eso había utilizado para quitarme el conocimiento. Me daba miedo mirarme el pecho, comprobar que todo era real, de modo que me limité a respirar lentamente para estabilizarme y comprobar que seguía viva. Lo estaba. Arreglé el desorden de la casa, me lavé la cara y peiné el pelo, me cambié la ropa... y ya desnuda, reuní el valor para enfrentarme al espejo. Y para mi (no)sorpresa, ahí estaba el agujero, este agujero poco mayor que mi puño donde debería permanecer mi corazón. No me asusté, no lloré... Mi cabeza estaba horas atrás, repitiéndole a la imagen de Axel la misma pregunta: ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué...?
>>No volví a bajar al pueblo, no volvía a salir de aquí, ¿qué iban a pensar de mi? Rasgué toda mi ropa, me escocía la herida si la llevaba tapada. Y aquí he estado hasta entonces... Olvidando poco a poco que existo, que alguien me quiso. Limitándome a sobrevivir hasta que acaben mis días... y cesen las lágrimas.
Continuará...
2 comentarios:
Espero ansiosa el próximo capítulo :)
Es precioso
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