-¿Te parezco peligrosa?-Cat intentó adoptar un aire misterioso.
-Lo cierto es que después de haberla visto, se ha desmentido todo lo que esperaba que ocurriera.
Catherine dejó escapar una risita.
-¿Y qué más ha escuchado de mí?-Preguntó curiosa cruzando las manos bajo la barbilla.
-Ja, ja, ¡de todo! Ni se imagina la de bulos que la gente es capaz de inventarse para pasar la tarde. Desde, bueno, que daba vida a los objetos hasta que no tenía corazón.-Lyan parecía divertido, o más bien aliviado por no haberse encontrado a una anciana caníbal con un ejército de espantapájaros asesinos. En ese momento, Cat volvió a adoptar un tono sombrío.
-¿Y si fuera cierto?-Preguntó tajante, borrando en un segundo la sonrisa de su acompañante.
Tragó saliba.
-¿A qué se refiere...?
-¡Enséñaselo, Cat!-Una tercera voz proveniente de la nada se incorporó a la conversación.
-¿¡Quién ha dicho eso!?-Lyan saltó del sillón y preguntó nervioso mirando hacia el vacío. Catherine rió por lo bajo.
Acto seguido se erguió ella también, quedando de pie frente al exaltado muchacho. Sin decir palabra, se retiró el pelo del pecho dejando ver el penetrante agujero que evidenciaba su falta de corazón. Literalmente.
Lyan abrió tanto los ojos que por un momento Catherine sintió la tentación de extender los brazos para recoger sus glóbulos oculares antes de que cayeran al suelo. Se quedó petrificado, como quien echa raíz bajo el balcón de su amada. Cat aguardó su reacción, apostando interiorme si echaría a correr o sacaría un crucifijo para extraerle el demonio que llevaba dentro. Aquella imagen la divirtió. Cuando Lyan volvió a dase cuenta de que necesitaba pestañear, cerró los párpados lentamente y permaneció con los ojos cerrados unos instantes, tras su reflexión y el gran esfuerzo por controlar la cordura y los latidos del corazón, volvió a sentarse muy despacio por miedo a que las piernas le fallaran y cayera ridículamente en la moqueta.
-De modo que es cierto.-Abrió de nuevo los ojos dirigiendo la mirada directamente hacia la de Cat, no a su pecho.-Igualmente sigue sin parecer peligrosa.
-¿No se asusta...?-Preguntó Cat contrariada mientras volvía a sentarse de nuevo. Lyan volvió a adoptar su planta de caballero sereno y sonrió ante la pregunta de Catherine. ¿Cómo era posible que ella estuviera más extrañada ante esa situación que él?
-No, lo cierto es que no. Verá, creo que debería seguir contándole el motivo de mi largo viaje.-Cat asintió despacio mientras volvía a colocarse el cabello frente al agujero, se sentía desnuda y observada si se comportaba como si ese hecho no existiera.-Mi familia posee una cadena de ultramarinos llamados Hörnet, aunque de ser un establecimiento en una esquina, pasó a convertirse en una entidad con más de veinte locales en Estocolmo y proyectos de ampliar sus fronteras. Mis padres siempre quisieron una buena esposa para mi: hermosa, atenta, refinada, buena madre... Bueno, supongo que lo que todos los padres desean para sus hijos. Aunque lo cierto es que yo sólo me preocupaba por escribir, escribir y leer. Eran mis pasiones, sobre todo leyendas y temas mitológicos, se podría decir que me conozco de memoria casi todas las leyendas paganas y religiosas desde la antigua época clásica hasta el momento.-Catherine detectó cierto aire de autosuficiencia, pero tampoco le dio importancia a que alguien alardeara de lo que sabe.-No pensaba en casarme, ni mucho menos, y tampoco en heredar el negocio familiar. Pero un día, llegó a la tienda (de la que me había quedado al cargo esa mañana) una delicada joven que estaba de paso con su familia. Precisaba unos víveres para su viaje y poco más, no lo recuerdo bien. Era preciosa, sí, pero tampoco reparé en exceso en ella. Comencé a verla cada mañana paseando y los domingos en la iglesia, mi padre me comentó entonces que no estaban de paso, habían decidido quedarse porque el padre de ella era un gran negociante en Dinamarca y, estaban pensando en trasladar parte del Hörnet allá. Con el tiempo, y casi masticado por nuestras familias, nos vimos comprometidos para un futuro matrimonio. Yo no me opuse, en absoluto. Efectivamente ella era todo lo que siempre habían buscado para mi y, tras descubrir qué era lo que querían, me agradó bastante la idea. No pasaron semanas hasta que me enamoré completamente de ella, en todos los aspectos. La noche anterior a nuestro compromiso, yo no cabía en mi traje de la emoción y, pese a las supersticiones, necesitaba verla a toda costa. Necesitaba decirle lo mucho que la amaba y la falta que me hacía permanecer a su lado el resto de mi vida. De modo que trepé por las enredaderas de su casa y me colé en su habitación como un amante secreto.-Lyan cambió su expresión a una que adopta el recuerdo de un momento doloroso.-Pero todo estaba revuelto, como si alguien hubiera estado rebuscando algo por todas partes... o como si dos personas hubieran estado peleando. Me temí lo peor. Grité su nombre por todo el barrio, por toda la ciudad, pero nadie respondió a mi llamada. Mis padres pensaron que le asustó la boda, y que prefirió marchar. Los suyos, que alguien la había secuestrado para pedir por rescate una gran suma de dinero. Pero yo... yo sé que pasó algo más.-Cat permaneció atenta, pero Lyan guardó silencio.
-¿Qué cree que ocurrió?
Continuará...
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