-Se la llevó algo. No alguien, algo. Hacía unas semanas que me llegaban rumores desde las videntes de los pueblos cercanos. Rumores de la existencia de un demonio, algo sobrenatural que raptaba a las jóvenes enamoradas... y se llevaba su corazón después.-A Lyan le costó pronunciar esas últimas palabras. Pero más aún le costó a Catherine digerirlas.
-... No... no tiene sentido, Lyan. Los... los demonios no exis...-No supo acabar la frase, realmente, tenía más ganas de recordar la sonrisa de Axel y de cómo su corazón cantaba por él... su corazón.
-Es por eso que estoy aquí, necesito de tus poderes para localizarle, para recuperar a Dalia.
-Es que yo no soy bruja...-Susurró Cat.
-Pero, las habladurías, su casa parlante...-Replicó Lyan.
-No soy bruja...
-Necesito su ayuda, por favor.
-Márchese...
-Catherine, escuche, puedo pagar...
-¡¡¡FUERA!!!-Cat gritó fuera de sí alzándose casi sin darse cuenta de la butaca y apuntando con su dedo índice hacia la puerta. No sabía qué hacer con el batido de emociones que se mezclaba en su interior, y optó por dejarse llevar por aquél torbellino de incoherencias. Realmente daba miedo, sus agotados ojos se inyectaron en sangre y el agujero de su corazón parecía hervir en carne viva. Lyan tampoco supo contener sus nervios y huyó por la puerta sin pensarlo, dando un estridente portazo tras de sí. Aún en la ventana, Rubber se cubrió asustado la cabeza. Tras mantener su posición unos intantes y el pecho hinchándose con violencia, Catherine intentó contener las lágrimas que rebosaron de sus ojos y, abatida, se desplomó en el sillón.
Rubber dejó transcurrir unos minutos, paciente, observando cómo Catherine se deshacía en lágrimas frente a él. Prefirió dejar correr el río, sabía que contenerlo provocaría una inundación con el tiempo. Cuando la joven se cansó de ahogarse entre sollozos y respiraciones cortadas, abandonó la ventana para trepar con cuidado hasta sus rodillas, que estaban completamente empapadas. La miró con ternura.
-No sé qué decirte...-Lloró.
-No digas nada si no quieres, Cat.
-Ese estúpido Danniel Lyan con su sombrero y sus ultramarinos, de todas las malditas brujas suecas ha tenido que venir a molestar a la única que no lo es...-Inspiró fuerte por la nariz.
-¿Estás bien...?-Rubber sabía perfectamente la respuesta, pero Catherine necesitaba hablar. Ahora tenía a alguien con quien hablar.
-Me niego a creerle, Rubber. Me niego a creer en sus absurdas historias de demonios y damas raptadas. Axel era un hombre bueno, honrado. El trabajo y la frustración le trastornaron, ¡eso es todo!-Hizo una breve pausa para pensar en sus ojos.-no quería hacerme ningún mal... él volverá, Rubber. Volverá con mi corazón en una caja de plata, y yo le regalaré todas mis lágrimas para que las funda con las estrellas...-Rubber bajó la mirada y la fijó en el suelo, tanto que hasta podría haberlo perforado.
-¿Por qué no duermes un poco, Cat? Ha sido una mañana algo agitada. Demasiado para nosotros.-Pero Catherine no tenía muy claro si quería despegarse de la realidad, de todas las ideas que le mordían y desgarraban los recuerdos.
Rubber acarició su pálida mano con delicadeza y, dejándola vagar por su mente, se retiró a la cama, donde se confundió con un cojín más. Mientras tanto, Catherine se hizo un ovillo en el sillón y lloró en silencio hasta que se quedó dormida.
*****
Cuando abrió los ojos, los pocos rayos de sol que se habían paseado aquellos días, ya no estaban. La brisa helada que entraba por la ventana abierta la hizo tiritar hasta arrebatarle el sueño. Miró desconcertada la habitación, intentando acostumbrar sus ojos a la oscuridad. Vio a Rubber, que continuaba sentado en la cama, parecía dormido. Se levantó con cuidado y sonrió al contemplar a su amigo sobre la colcha. Era reconfortante saber que te despertaras a la hora que te despertaras, iba a haber alguien a tu lado. Catherine pudo disfrutar de unos escasos minutos de felicidad, caminó hacia la chimenea intentando no tropezar con nada, aquél frío era penetrante. Pero al agacharse para prender los troncos, apareció en su cabeza la imagen de Lyan como una centella fugaz, una centella que se llevó sus minutos de felicidad conforme iba trayendo a su memoria la conversación de aquella mañana, y la presencia de la niña en la cueva. Se dejó caer hacia atrás para sentarse en el suelo, abatida una vez más. Pasó allí sentada más de un cuarto de hora, mascando con paciencia cada minuto de los que había pasado con Axel: el día en el que se conocieron, las cenas en casa, los paseos por el parque, la tarde en la que enloqueció...
Miró al frente, con los ojos fijos en los troncos carbonizados. Como un reflejo, se levantó del suelo haciendo caer el sillón con un estrepitoso ruido que asesinó el silencio de la noche. Rubber despertó de un salto, con el corazón acelerado.
-¿¡Qué pasa!?-Observó cómo Catherine se ajustaba su larga capa con capucha.
-Nos vamos.
-¿Qué, a dónde?
-A buscar a Axel.
3 comentarios:
Me encanta sobremanera tu historia. Estoy por hacerme un blog sólo para seguirte, pero creo que me contentaré con tenerte en favoritos xD Sigue así, que seguro que somos muchos los que tenemos ganas de ver esto terminado!
Ánimo y un beso, ya tienes mi genial =D
He hablado de tu blog en el mío, y he puesto un enlace. Me gusta mucho como escribes ^^
Gracias por hacerte seguidora ^^
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